«Haber sobrevivido a aquel incendio no es gratis, creo que tengo que devolverlo» • Sevilla Solidaria

Hace tres años, cuando el madrileño Álvaro Trigo tenía 23, un suceso inesperado marcó el curso de su vida para siempre. Un incendio en la casa del campo de su abuela en Jaén le produjo quemaduras en el 63% de la superficie de su cuerpo. Volvió a nacer. Tras diez días en coma le esperaban cuatros meses muy duros en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Pero, a pesar del dolor insoportable y la desazón, Álvaro confiesa que recuerda aquellos tiempos con nostalgia. Se siente afortunado de haber sobrevivido y siente que debe devolver el favor que se le ha hecho. Ahora, cada año, dedica un reto deportivo a una causa solidaria. El último muy relacionado con su beticismo. Recorrió 110 kilómetros hasta el Villamarín donde le esperaba el joven para al que habían conseguido dos prótesis en las piernas, tras haberlas perdido también en un incendio. Los dos recorrieron andando los últimos metros en el césped verdiblanco. Su experiencia la contará el próximo martes 19 de octubre en la edición de Sevilla del Congreso Lo Que De Verdad Importa.

¿Es tu primera vez en el Congreso LQDVI?

Participé con ellos en Granada el pasado mes de mayo, en un encuentro híbrido entre presencial y online. Me hizo mucha ilusión que me llamaran porque desde pequeño siempre he visto el congreso, yme parece un proyecto muy necesario, acercar en los tiempos que corren valoresy que no todo sea tan superficial. Un ratito de reflexión. A mi me ayuda escucharlo y me ayuda hablar.

Un suceso clave que cuentas en el escenario es el incendio que cambió tu vida, ¿en qué consistió?

Fue el 2 de febrero de 2018. Estaba estudiando Publicidad y preparándome oposiciones para Bombero. Fue un accidente doméstico en el salón de casa de mi abuela en Andújar, en el que por suerte no había nadie más. Al ir a intentar apagarlo, se me cayó todo encima. Los brazos, las piernas y la espalda se me quemaron.

¿Cómo fue la recuperación?

Fueron diez días en coma, luego me subieron a planta, donde tuve trece operaciones. No tenía un pronóstico muy bueno. Pero el día que desperté del coma, le dijeron a mi madre que en un año podría estar corriendo la Maratón de Sevilla y me lo creí. Y lo hice realidad, al año la corrí. Tuve un montón de ayuda de la gente del hospital, enfermeros y médicos del Virgen del Rocío me apoyaron e incluso vinieron a la meta, fue muy emocionante.

Y llevas el deporte a un paso más, pensando en los demás, ¿por qué?

Sí, me di cuenta que había motivado a personas que aún estaban en el hospital. Seis meses antes del incendio, muere mi hermana en un accidente de tráfico. Eso sumado a que tantas otras personas fallecieron mientras yo estaba en la unidad de quemados, me hace pensar que soy afortunado, pero haber sobrevivido no es gratis. Tengo que devolverlo. Y me dediqué a hacer retos deportivos de larga distancia. Llevo tres. En el primero nadé desde Formentera hasta Ibiza. Y en 2020 desde las Islas Cíes a Vigo, con los pies encadenados. En ambos casos para recaudar fondos para la ONG Formación Senegal.

El último el pasado mayo en Sevilla

El más emotivo de todos. Mantengo el contacto con los enfermeros y si tienen a un paciente en una situación parecida a la mía me llaman por si puedo ayudar a animarlo. Así conocí a Daniel, un chico al que habían amputado las dos piernas tras un incendio. Hablando con él me di cuenta de que tenía una fuerza increíble y necesitaba 90.000 euros para las prótesis de las piernas. Aunque soy madrileño soy muy muy bético, y desde el Betis se portaron muy bien conmigo cuando estuve en el hospital. Se me ocurrió contactar con ellos para ver si podíamos hacer algo para recaudar fondos, porque, además, Daniel también es bético. Al final se montó una buena, se logró la cantidad y corrí 110 kilómetros junto a mi padre desde Ubrique, de donde es este chico, hasta el estadio del Betis.

¿Cómo fue esa llegada?

Fue increíble. Había corrido desde las 7 de la tarde hasta las 12 de la mañana, porque no me puede dar el sol. Y en el estadio nos esperaban personas del hospital con las banderas. También Daniel con sus prótesis puestas. Aún con muletas todavía, recorrimos los últimos metros juntos.

Tuvo que ser emocionante ver a Daniel en ese momento

Imagínate, el objetivo no era correr porque sí, sino llegar y ver que todo tenía sentido

¿Qué te ronda por la cabeza las primeras semanas en el hospital?

Primero, que me voy a morir. Me hablaron de todas las infecciones que iba a tener y que se iban a complicar. Aparte, el dolor. Te puedes imaginar lo que es, vomitando sin parar y llorando. Tenía un bajón muy fuerte, no quería seguir.

¿Lo recuerdas con frecuencia o prefieres no pensar en aquel tiempo?

Sí lo recuerdo y de hecho con nostalgia. Porque todo ha resultado ser un cambio para bien. Me acuerdo mucho del apoyo de los enfermeros. Para mi y para mis padres los profesionales se convirtieron en parte de la familia.

¿También tienes en mente las personas con las que te has puesto en contacto para ayudar en su recuperación?

Todas y cada una tiene una historia diferente. Muchas veces vas a ayudar y te ayudan ellos a ti aunque no lo sepan. Vuelves a ver lo frágiles que somos y te ayuda mucho a reflexionar.

¿Qué es lo que de verdad importa?

Rodearse de personas que te ayudan a hacerte grande y una vez tú lo seas convertirte en la que ayuda.