Oriana Fallaci, Periodismo Audaz e Irreverente
JESÚS HERNÁNDEZ CUÉLLAR
Durante la masacre de Tlatelolco, en México, la periodista italiana Oriana Fallaci recibió tres balazos en su cuerpo disparados por soldados mexicanos y fue arrastrada por el cabello escaleras abajo. La abandonaron en el piso creyendo que estaba muerta. Para esa fecha, octubre de 1968, Fallaci ya era reconocida por sus reportajes de guerra. Su testimonio sirvió para desmentir la versión oficial de que la matanza de jóvenes no había ocurrido. Se calcula que hubo entre 300 y 400 muertos y más de mil heridos.
Su libro Entrevista con la historia, posiblemente el más importante, es una recopilación de entrevistas de fondo, muchas de ellas muy atrevidas, con las primeras ministras Golda Meir, de Israel, e Indira Gandhi, de la India, el líder palestino Yasser Arafat, el canciller alemán Willy Brandt, el Sha de Irán, Mohammed Reza Pahlavi, y el secretario norteamericano de Estado Henry Kissinger. También aparecen en el libro sus encuentros con el general vietnamita Vo Nguyen Giáp,y su enemigo el presidente sudvietnamita Nguyen Van Thieu, en medio de la guerra de Vietnam.
En su larga carrera tambien entrevistó al dictador libio Muammar Gaddafi, al director norteamericano de cine Alfred Hitchcock, al líder sindicalista polaco Lech Walesa, al cerebro de la transformación de China, Den Xioaping, y al aterrador y radical ayatola Roullah Jomeini, máxima figura de la revolución islámica de Irán en 1979. En un desencuentro con este último durante la entrevista, para la cual la obligaron a vestir el chador —un velo sobre su cabeza—, Fallaci se quito el velo calificándolo de "estúpido trapo medieval". Jomeini la había ofendido primero, al decirle que no tenía por qué llevarlo, ya que era solo para "mujeres jóvenes y respetables". Para entender la audacia de este acto de Fallaci, hay que saber que tras la revolución islámica, Jomeini mantuvo como rehenes a 52 ciudadanos estadounidenses durante 444 días.
Oriana Fallaci con el chador sobre su cabeza en Teherán, Irán, en 1979.
Su labor como entrevistadora y reportajista se desarrolló fundamentalmente en las décadas de los años 60, 70 y 80 del siglo pasado. Su carrera empezó gracias a un tío suyo, Bruno Fallaci, también periodista, luego de que ella desplegara una peligrosa labor como integrante de la resistencia italiana contra la dictadura de Benito Mussolini y el fascismo, a través del movimiento Giustizia e Libertà.
A principios de 1967, trabajó como corresponsal de guerra en Vietnam, en la guerra indo-paquistaní, el Medio Oriente y Suramérica.
Hay muchas mujeres periodistas de primera línea, pero Fallaci es punto y aparte. Fue capaz de extraer confesiones impensables a los líderes mundiales que entrevistó. Kissinger, por ejemplo, le dijo que la de Vietnam era una "guerra inútil" y que se sentía como un "vaquero que arrastra un tren cargado de vagones" él solo en su caballo. Posteriormente, Kissinger admitió que ésa había sido "la conversación más desastrosa" que había tenido con alguien de la prensa.
Los libros, artículos y entrevistas de Fallaci se han traducido a 21 idiomas, entre ellos el inglés, el español, el francés, el holandés, el persa y el alemán. Esa hazaña no era algo fácil de conseguir para un mujer periodista, italiana e inmersa en los conflictos de una época convulsa, protagonizados principalmente por hombres. Sin internet, sin redes sociales, sin celulares inteligentes.
Un giro inesperado
Al final de su carrera, la cronista italiana, que había llevado una vida notablemente liberal como intelectual de izquierda, asumió posiciones conservadoras. Nadie lo esperaba. Se opuso al aborto excepto en casos de violación, a la eutanasia, a los matrimonios del mismo sexo y a las adopciones de las parejas homosexuales. Pero sobre todo desarrolló una conducta sumamente crítica de la presencia islámica en Europa, al punto de rebautizar al Viejo Mundo con la palabra Eurabia.
Solía decir que los musulmanes estaban colonizando a Europa a través de la inmigración y de su alta fertilidad. Que la pasividad de la izquierda europea ante los peligros que ella veía, pronto convertirían al continente en "una colonia del Islam".
Muchos años antes, en la década de los 60, cuando viajaba por el mundo para recabar información para su libro El sexo inútil, llegó a la conclusión, y así lo escribió, que los países islámicos eran prisiones de mujeres.
No hay dudas de que tanto la Segunda Guerra Mundial como los atentados terroristas de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, marcaron su vida de manera intensa. Entre un evento y el otro, había hecho un largo recorrido periodístico en muchas zonas del mundo, y había visto con sus propios ojos cosas que las teorías políticas, cargadas de promesas y palabras hermosas, no pueden o no quieren explicar.
En agosto de 2005 tuvo una audiencia con el papa Benedicto XVI en la residencia de descanso de Castel Gandolfo y expresó admiración por el ensayo del pontífice titulado "Si Europa se odia a sí misma". Durante toda su vida fue atea, pero en su libro La fuerza de la razón dijo, tal vez irónicamente, que era una "atea cristiana".
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Se atribuyen numerosas relaciones sentimentales a esta mujer, pero la más conocida fue la que tuvo con Alexandros Panagoulis, figura importante de la resistencia griega contra la dictadura que se instaló en Grecia en 1967, y uno de sus entrevistados más prominentes. Panagoulis fue capturado, brutalmente torturado y encarcelado por el intento de asesinato del dictador Georgios Papadopoulos. El líder rebelde murió en 1976 de manera sospechosa, y Fallaci vivió convencida de que había sido asesinado por simpatizantes de la dictadura. Esta relación produjo su libro Un Uomo (Un hombre), inspirado en Panagoulis,
Una de las muchas maneras de entender a esta mujer es a través del libro Oriana Fallaci - The Journalist, the Agitator, the Legend, de su biógrafa Cristina De Stefano, la cual sostuvo largas conversaciones con la periodista y tuvo acceso casi ilimitado a sus archivos. De Stefano escribió el libro junto a Marina Harss, traductora e investigadora.
Durante toda su vida, Fallaci recibió numerosos premios y reconocimientos, y hasta se propuso que los billetes de 20 euros llevaran su imagen, algo que no ha ocurrido.
Murió de cáncer a los 77 años el 15 de septiembre de 2006, en Florencia, Italia. Sus restos descansan en un cementerio de esa ciudad junto a los de familiares suyos y junto a un modesto monumento tallado en piedra en memoria de Panagoulis.
(Hernández Cuéllar, autor de la columna Cafe Impresso, es director y editor de Contacto Magazine, revista que fundó en julio de 1994 en Los Angeles, California. Es también autor del libro ¡Última hora! - Manual para el consumidor de noticias de la era digital. Desde 1981 ha trabajado en todo tipo de medios: agencias de prensa, diarios, radio, televisión, semanarios, internet, revistas y redes sociales. Fue redactor de la agencia EFE en Cuba, Costa Rica y Estados Unidos, así como editor metropolitano del diario La Opinión de Los Angeles, California, e instructor de periodismo de la Universidad de California en Los Angeles, UCLA).
¿Qué es el Fanatismo Político?
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Expertos señalan que su alianza con Paul McCartney produjo una de las sociedades musicales más exitosas del siglo XX. • La vida de The Beatles se desarrolló en la convulsa década de 1960 (asesinatos de John y Robert Kennedy, y Martin Luther King; la guerra de Vietnam; la crisis de los misiles soviéticos en Cuba; grandes protestas en Washington, Nueva York, París, Ciudad de México; la invasión soviética de Checoslovaquia). • El 8 de diciembre de 1980, al regresar John Lennon del estudio Record Plant a su apartamento del famoso edificio The Dakota en Nueva York, Mark David Chapman lo esperaba en la entrada. Eran las 10 y 50 minutos de la noche.
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