7 tendencias para enfrentar la pandemia en 2022 - Fundación Avina

El 2022, tercer año de la pandemia, promete dar un nuevo capítulo en la batalla del mundo contra una enfermedad que, al parecer, llegó para quedarse. Si el 2020 estuvo marcado por el cimbronazo de una crisis imprevista y el 2021 fue el año dedicado a buscar las soluciones (no solo médicas, sino en todos los aspectos de la vida), el 2022 debe ser una instancia superadora. Para eso, se debe mantener una mirada integral y poner en primer plano las cuestiones que ya eran tendencia antes de la pandemia y que en algunos casos fueron relegadas y en otros, atravesadas por la crisis sanitaria. Se trata de tendencias críticas que afectan la totalidad de la vida humana, en sus dimensiones individual y social.

Las crisis sociales, políticas y de representatividad que se extienden a lo largo y ancho del mundo, la emergencia climática y ambiental, la disrupción de las tecnologías, las transformaciones del trabajo, la agudización de la pobreza y la desigualdad, son algunas de las cuestiones más apremiantes que exigen reflexiones que, a su vez, serán la base de cambios trascendentales. En este sentido, proponemos como punto de partida observar las siguientes 7 tendencias, que están en proceso de transformación y que en las próximas décadas serán determinantes para el futuro de la humanidad.

1. Democracia frente a autocracia

Según el último reporte del Democracy Index, un índice que mide el estado de la democracia en el mundo, elaborado por la Unidad de Inteligencia de The Economist, el promedio global alcanzó su valor histórico más bajo en el año 2020 desde que empezó a medirse en el 2006. Esto se debió a múltiples factores, entre ellos, el impacto de la pandemia. Las restricciones a la movilidad, a la libertades civiles e individuales que se impusieron como medidas frente al COVID-19 produjeron retrocesos en las democracias de 116 de los 167 países que evalúa el índice.

En este sentido, se ha visto un movimiento hacia formas de gobierno más autoritarias en todo el mundo. En países de regímenes categorizados por el índice como autoritarios o híbridos, como China, Rusia o Turquía, o incluso en democracias defectuosas, como Estados Unidos, México y Brasil, emergieron líderes fuertes que se consolidaron en gobiernos que restringieron las libertades y la participación ciudadana. De modo que la tendencia al autoritarismo está también presente en regímenes democráticos.

Por otro lado, la credibilidad de la democracia parece estar en jaque: las demandas de las grandes mayorías en términos de alimento, salud, bienestar, seguridad y vivienda, entre muchas otras, carecen de respuesta. Además, en muchos casos, amplios sectores de la población carecen de representatividad, al tiempo que las instituciones funcionan de forma caótica y siempre detrás de los rápidos cambios que experimenta la sociedad. Las poblaciones en América Latina muestran su disconformidad con los altos niveles de abstención en las elecciones de, por ejemplo, Chile y Argentina.

No obstante, la demanda de participación parece ir en aumento. Desde el 2019 se han visto grandes movilizaciones que no solo dan cuenta de la insatisfacción, sino también de la voluntad de participación. En este sentido, cabe esperar que en este 2022 las movilizaciones en países como Chile, Colombia, Ecuador o Bolivia se reactiven, dado que los problemas que las originaron no han sido resueltos. Por eso, el gran desafío tiene que ver con lograr que la democracia funcione en un mundo globalizado a la vez que dividido, rápido y cambiante.

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Una posible respuesta está en la construcción de una ciudadanía activa. Existen ejemplos que muestran que ampliar la participación de la sociedad civil es ampliar la democracia. El proceso chileno muestra que los partidos tradicionales están perdiendo rápidamente su anclaje en la sociedad, y esto se observa en el amplio triunfo de asambleístas independientes a la Convención Constitucional y la derrota electoral de las fuerzas políticas tradicionales. Pero, si acaso este proceso se traducirá en una mejora de las condiciones de vida y en la ampliación de derechos de la ciudadanía, eso está por verse. La popularidad creciente de ciertos discursos retardatarios, con mensajes anti-inmigratorios y de mano dura, da cuenta de la coexistencia de visiones diametralmente opuestas en la ciudadanía.

En Estados Unidos, por su parte, se espera que los republicanos ganen muchos escaños en las elecciones de 2022 y esto generó una impresión de que los demócratas han malgastado una oportunidad. En este sentido, la victoria de Joe Biden no parece estar asociada a un avance del progresismo, sino a un rechazo contra la persona de Donald Trump y sus conductas personales, mas no a las políticas y prioridades de su administración. Al malinterpretar su elección como un mandato para introducir políticas progresistas, los demócratas han fortalecido a la oposición. En este sentido, cabe esperar un gobierno dividido en Estados Unidos, con una tendencia hacia la derecha.

En el mundo se observan sociedades cada vez más fragmentadas en términos políticos. En un contexto de crisis económica y social, cabe esperar un nuevo año cargado de conflictos. La voluntad de las mayorías por participar por sí misma no es capaz de generar una transformación hacia un mundo más justo y sostenible, sino que requiere de organización, generación de capacidades y de significados a la crisis. Por esto, las organizaciones y los actores sociales juegan un papel muy importante a la hora de crear visiones del mundo, elaborar propuestas y colaborar en su implementación. Como dice el antropólogo Arturo Escobar, “es crucial en esta etapa contar con narraciones sobre otras formas de vida y tenerlas listas”.

2. La pandemia

La ciencia está dando las respuestas necesarias a la crisis sanitaria: las vacunas han logrado preservar millones de vidas en el mundo. En nuestra región, además, el acceso a la vacuna fue elevado: más del 60% de la población en América del Sur tiene dos dosis aplicadas y el 14% tiene una.

Mientras tanto, en este 2022 se espera que la pandemia se transforme en endemia y el COVID-19 se instale en la cotidianidad, junto con otras enfermedades endémicas como la gripe o el dengue. Se continuará la investigación sobre los tratamientos, al tiempo que seguirán instaladas las medidas de cuidado, como el uso de mascarillas y la distancia social en casos de brotes.

Resultará de vital importancia reflexionar sobre los aprendizajes que nos deja esta experiencia. Por un lado, se logró realizar una campaña de vacunación sin precedentes en la historia, gracias a los avances científicos y las coordinaciones logísticas a nivel internacional. Es indispensable generar un registro sistematizado de esta experiencia, ya que es altamente probable que surjan nuevas amenazas a la salud pública en las próximas décadas.

7 tendencias para enfrentar la pandemia en 2022 - Fundación Avina

Por otro lado, la pandemia dejó en evidencia el hecho de que los problemas globales requieren soluciones globales. En línea con lo anterior, se vio cómo la colaboración internacional, la coordinación y la participación activa de las sociedades del mundo pueden generar respuestas a las problemáticas más urgentes. Un ejemplo de esto es la campaña de vacunación masiva que logró que en menos de un año casi la mitad de la población mundial haya recibido dos dosis de alguna de las vacunas desarrolladas. Teniendo en cuenta que la humanidad enfrenta muchas crisis globales de diversos tipos, internalizar este aprendizaje es un deber.

Finalmente, la pandemia permite visibilizar la importancia y la necesidad de generar más y mejores bienes públicos. Además, los Estados tuvieron que asumir roles activos para enfrentar la crisis, no solo en lo sanitario, sino también en lo económico, generando instrumentos financieros para apoyar a las empresas, otorgando subsidios, estímulos fiscales, seguros de desempleo y préstamos a largo plazo, entre otros.

No obstante, el golpe a la economía global ha sido duro, y América Latina lo sufrió con especial rudeza. La pandemia también dejó en evidencia que la región no tiene las capacidades y los recursos suficientes para enfrentar una crisis de esta magnitud y que las desigualdades profundizan los costos de la crisis. En este contexto, la CEPAL alerta que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) están en riesgo. En América Latina, los impactos de la pandemia en lo económico prometen agudizarse si no se toman medidas urgentes de reducción de las desigualdades y fuerte redistribución de los ingresos, medida que permitiría cumplir con el ODS 1 de erradicación de la pobreza extrema.

3. La carrera por el clima

A poco más de un mes de finalizada la COP26 en Glasgow, Escocia, cada vez más se refuerza la idea de que la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) por sí sola no podrá dar respuestas al desafío que presenta el cambio climático. La ONU tiene escasa influencia sobre los países, que toman decisiones cada vez más en base a sus contextos domésticos y menos considerando las instancias supranacionales.

Por un lado, en Glasgow se generaron importantes acuerdos para la reducción de emisiones. Se reconoció la necesidad de reducir el 45% de las emisiones de gases de efecto invernadero al 2030 y alcanzar las emisiones netas cero (Net Zero) al 2050. Además, por primera vez se lograron acuerdos en torno a la cláusula de Pérdidas y daños y la necesidad de establecer mecanismos de reparación sobre los impactos negativos del cambio climático. No obstante, el pacto climático de Glasgow es más político que operativo. Se reconoce la importancia de la ciencia, de los pueblos indígenas, de la necesidad de proteger a los sectores vulnerables, pero no se establecen compromisos vinculantes ni mecanismos operativos en este sentido. El texto, además, ignora los efectos económicos del COVID-19 y cómo estos podrían afectar el cumplimiento de los compromisos nacionales de muchos países.

Como contraposición, las juventudes estarán cada vez más activas y demandantes en cuanto a la necesidad de dar soluciones al cambio climático. La conciencia ecológica creciente hará que la sociedad civil esté cada vez más presente, no solo en sus demandas hacia gobernantes, sino en la adopción de estilos de vida alineados con estos valores.

Tres elementos serán claves en el futuro inmediato:

  1. Credibilidad: Para que el sistema de Naciones Unidas siga teniendo validez, será necesario que los compromisos se traduzcan inmediatamente en acciones medibles y concretas. Esta demostración no puede esperar más.
  2. Rigor técnico: El proceso de abordaje de la crisis climática requiere asegurar el rigor técnico de los compromisos y de su cumplimiento, y también requiere instalar capacidades técnicas en la sociedad para que sea capaz de diferenciar lo que es greenwashing de lo que no.
  3. Financiamiento: En el 2022 se deben generar los mecanismos que aceleren el acceso a financiamiento climático; en especial, la cláusula de Pérdidas y Daños requiere mayor institucionalización.

Una cosa es segura: la crisis climática no se va a resolver en mesas de negociaciones entre gobiernos, sino que necesita del involucramiento de todos los sectores de la sociedad. En este sentido, será indispensable poner el foco en temas clave, como el significado y las implicancias de los conceptos de transición justa y justicia climática. Además, desde el Sur Global hay que observar que la agenda dominante, que prioriza la reducción de emisiones, no socave las posibilidades de desarrollo de los países.

Y, finalmente, los grandes emisores deben ser los principales mitigadores. Actualmente, China es el primer emisor total de gases de efecto invernadero y los países del Norte Global son los principales emisores per cápita. Pero incluso si Estados Unidos y Europa redujeran sus emisiones a cero al 2040, las proyecciones de crecimiento de China, India y otros países de Asia y África indican que, si no realizan esfuerzos de mitigación, las emisiones globales se mantendrán.

América Latina tiene una gran ventaja competitiva por su riqueza natural, pero deberá trabajar en la preservación de los bosques, que son sumideros naturales de carbono. Tiene también un enorme potencial para avanzar hacia una agricultura regenerativa, que compatibilice la producción de alimentos con la necesidad de capturar carbono atmosférico. Y, además, deberá adaptarse a los cambios que ya están ocurriendo y que vendrán en los próximos años.

4. Las tecnologías de la información y la comunicación

Las redes sociales y las tecnologías de la comunicación brindan innumerables beneficios, pero también conllevan grandes peligros. Nuevamente, en la pandemia se ha visto cómo la desinformación y las fake news que circulan en las redes tienen un impacto en las decisiones de la gente. La proliferación de movimientos conspiratorios, las estrategias de manipulación política, la promoción de la violencia y las actividades ilícitas abundan en internet y son una muestra de los aspectos más perniciosos del uso de estas tecnologías.

Por esto, la cuestión de la confianza y la credibilidad están en juego. Las tecnologías de edición multimedia permiten manipular imagen, audio y video, de modo que ya se hace imposible garantizar la autenticidad de cualquiera de estos materiales que circulan en la red. Por esto, se ha generado la necesidad de instalar capacidades en la sociedad para validar la información y adoptar una mirada crítica ante los contenidos que aparecen en las redes sociales e internet.

Por otro lado, los modelos de negocios de las redes sociales también han mostrado sus falencias. El uso de algoritmos como gestores de la visibilidad de los contenidos en internet se define a partir de criterios de rentabilidad. Y las políticas públicas todavía están detrás de los avances tecnológicos, de manera que establecer marcos regulatorios, que contemplen también la protección de datos y los derechos digitales, es un desafío que se deberá enfrentar cuanto antes.

Pero existen aspectos positivos y tienen que ver con las formas en que estas tecnologías pueden fortalecer la democracia. En este sentido, dada la crisis que enfrenta, las tecnologías tienen un enorme potencial para facilitar la participación ciudadana desde un rol activo, ya sea informándose, proponiendo iniciativas o vigilando los procesos. La transparencia y el acceso a la información pública serán elementos fundamentales para avanzar en este tipo de herramientas.

5. El futuro del trabajo

La demanda global vuelve a despertarse mientras las brechas acumuladas en las cadenas de suministro crean escasez aleatoria, con su consecuente efecto inflacionario, lo cual continuará en 2022. Sin embargo, es difícil prever el estado del mercado de trabajo post-pandemia, ya que dependerá de las estructuras laborales locales.

No obstante, existen algunas certezas. El trabajo a distancia se mantendrá en la medida que sea posible y los empleos que se han podido virtualizar seguirán operando de esta manera. Los trabajos que requieren presencia física no cambiarán, aunque ya existe una tendencia hacia la automatización que se ha adelantado por una década. En países como Estados Unidos, el bajo desempleo ha permitido que mucha gente cambie de carrera, pida más beneficios y se mueva a lugares más lejanos en busca de sentido y mejor calidad de vida. Mientras, la tensión comercial con China agrega otro factor de imprevisibilidad.

El futuro del trabajo presenta tanto desafíos como oportunidades. El acelerado avance de la tecnología y el envejecimiento de la población son los dos factores que más impactarán en la transformación del trabajo en los próximos años. La tendencia indica que cualquier ocupación que se pueda mecanizar, automatizar o enseñar a una Inteligencia Artificial será progresivamente realizada por máquinas. Por esto, los esfuerzos deberán centrarse en favorecer la transición de trabajadoras y trabajadores de los sectores en riesgo de mecanización hacia oficios que requieran competencias humanas. En este sentido, la tecnologización del trabajo es una oportunidad para generar más y mejores empleos si se garantiza el acceso a programas de capacitación laboral, especialmente en los sectores más vulnerados.

Por otro lado, el envejecimiento generalizado de la población promete abrir nuevas oportunidades de trabajo en el sector de la salud y el cuidado, que requiere de presencia e interacción humanas. Esto también deberá acompañarse con programas de capacitación y profesionalización de personas que sean capaces de responder a las crecientes demandas en este sector.

Sin embargo, también existen grandes desafíos, que tienen que ver principalmente con las desigualdades. Dada la inminente transformación de millones de puestos de trabajo y el avance de la Inteligencia Artificial, el desafío tiene que ver con generar las condiciones para que nadie quede excluido de este modelo. En América Latina, este desafío cobra grandes dimensiones, dados sus altos niveles de informalidad y sus brechas de acceso a la educación y la tecnología.

6. Ciencia e innovación

El mundo de las innovaciones y la ciencia está muy movilizado. Se están desarrollando muchas iniciativas que pronto tendrán un impacto en las vidas de todas las personas. Destacaremos algunos de ellos:

Bioingeniería: Los avances en medicina que generaron vacunas contra el COVID-19 en tiempo récord también están ocurriendo en cuestiones relacionadas a la clonación, la manipulación genética y la nanotecnología que pronto generarán nuevos desafíos. Por un lado, se están desarrollando tecnologías de avanzada para el tratamiento de enfermedades como el cáncer que pueden dar grandes resultados. Pero se abrirán también dilemas éticos importantes, por lo cual será indispensable fortalecer los sistemas de ética de la investigación y dotarlos de marcos jurídicos y regulaciones adecuadas para la investigación, no solo en seres humanos, sino también en animales.

Control social: La tecnología para la vigilancia y el control de la ciudadanía se está sofisticando a pasos agigantados. Pudong, un distrito en Shangai, China, es un caso paradigmático en el que las casi un millón de cámaras instaladas vigilan desde las conductas de las personas al volante, hasta el correcto descarte de los residuos urbanos. Todo esto se realiza con la colaboración de miles de personas que envían información en tiempo real y permiten incluso que un graffiti sea borrado de una pared en algunas horas. Este caso puede ofrecer un vistazo a la forma que tendrán las ciudades del futuro.

Inteligencia Artificial: Cada vez más las Inteligencias Artificiales (IA) asumen el control de procesos y la toma de decisiones en los espacios digitales que afectan a millones de personas. No obstante, no hay transparencia en cuanto a la configuración de los algoritmos que definen estas IA. ¿Quién las realiza? ¿Desde dónde y con qué objetivos? La cuestión del sesgo de origen en el desarrollo tecnológico debe ser discutida en profundidad, ya que amenaza con generar una nueva brecha en la que el desarrollo de estas tecnologías esté en manos de un pequeño grupo de personas. Como contraposición, el software libre desde hace décadas se ha consolidado como una alternativa de transparencia, apertura y democratización; no obstante, su uso aún no está tan extendido.

militar: Ya son varias las experiencias en las que drones letales son usados con objetivos militares. El programa Skyborg de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos es un ejemplo de este tipo de iniciativas que buscan desarrollar vehículos aéreos autónomos para uso en combate bélico. Análogamente, el programa FCAS, un desarrollo liderado por Alemania, España y Francia, persigue objetivos similares. Estas y otras tecnologías militares están también atravesadas por debates éticos: ¿Quién está al mando de los dispositivos? ¿Qué objetivos persiguen? ¿Se generará una nueva brecha en la que países que posean estas tecnologías podrán invadir a otros con el solo uso de robots?

Carrera espacial: El cielo se está llenando de satélites. Tan solo el proyecto Starlink, de la compañía SpaceX, prevé lanzar al espacio 12.000 satélites para uso en telecomunicaciones. Este proyecto cuadruplicaría el número actual de 4.550 satélites que hay orbitando la Tierra. Pero, además, la NASA lleva registro de 27.000 piezas de chatarra espacial, algunas que apenas llegan al centímetro de diámetro, que ponen en riesgo el instrumental en órbita y, con ello, las telecomunicaciones que de él dependen. Esto abre la discusión acerca de quién tiene acceso al espacio exterior. Científicos del mundo han criticado el proyecto Starlink, cuyos efectos lumínicos podrían comprometer la investigación espacial. Si bien existe normativa sobre el uso del espacio exterior, el avance tecnológico sigue estando adelantado. Además, no solo los países tienen intereses en el espacio; empresas como SpaceX y Blue Origin tienen sus propios negocios. Y, por otro lado, muchos países realizan operaciones espaciales con fines ocultos al público. Esta nueva carrera espacial plantea una brecha entre los países que pueden desarrollar estas tecnologías y los que no, los cuales tampoco estarían preparados para enfrentar sus consecuencias. Además, las comunicaciones de miles de millones de personas dependen de estos sistemas, por lo cual, la ciudadanía debe tener conocimiento sobre su uso y debe participar de esta discusión.

Representación gráfica de los objetos que orbitan la Tierra, 95% de los cuales son chatarra (no satélites funcionales). Fuente: NASA.

7. La nueva normalidad

La llamada “nueva normalidad” plantea nuevas dinámicas sociales como consecuencia de la pandemia que todavía es difícil anticipar. No obstante, si bien muchas actividades se seguirán desarrollando de forma virtual, lo cual ha tenido también sus beneficios, parece haber una valoración mucho mayor de la gente por las interacciones humanas.

En el ámbito educativo, buena parte de las infancias y las juventudes atravesaron dos años privados, en mayor o menor medida, de los vínculos con sus pares. Por un lado, la pandemia ha presentado grandes desafíos para la educación, sobre todo primaria y secundaria, que en algunos aspectos ha sufrido retrocesos. En el caso de la educación universitaria, como contrapartida, la posibilidad de acceder a cursos de forma virtual permitió que muchas personas que no podían asistir a clase debido a la lejanía, pudieran avanzar en sus estudios. En este sentido, la pandemia deja enseñanzas que pueden ser tomadas para mejorar el acceso a la educación, en este nuevo año en el que se plantea el regreso a la presencialidad.

En el arte y la cultura también se atravesaron dos años difíciles, en los que artistas no solo sufrieron la falta de contacto con el público, sino también serias dificultades para realizar su trabajo. El rubro se adaptó de las formas más creativas, utilizando herramientas digitales como las plataformas de streaming y las redes sociales. Cabe esperar que estas nuevas experiencias artísticas se queden y se conviertan en formatos consolidados, más allá de la vuelta a la presencialidad.

No obstante, la necesidad de interacciones humanas es más valorada que nunca. Las ventajas de la virtualidad no pueden reemplazar el contacto cara a cara y ese parece ser otro de los grandes aprendizajes. También aparece una valorización de la naturaleza y una necesidad de estar en contacto con entornos naturales. La necesidad de más y mejores espacios públicos, de parques en las ciudades, también quedó en evidencia en este tiempo en el que los espacios abiertos fueron los únicos lugares posibles para el encuentro. En definitiva, la experiencia de la pandemia demostró el valor sencillo de vivir bien, de forma saludable, alrededor de gente querida y generando interacciones, que son lo que le da sentido a la vida.

Los desafíos que plantea el 2022 como tercer año de pandemia son estructurales en cuanto a los cambios que requiere el sistema democrático; focalizados en la generación de bienes públicos globales en lo que respecta a los aprendizajes que deja la pandemia; exponenciales en escala y aceleración en lo atinente a la agenda de cambio climático y sus impactos negativos si es que quieren ser revertidos; de encuadre en valores y marcos éticos en lo vinculado a la información y la tecnología; multidimensional en cuanto al futuro del trabajo; polifacético cuando se pone foco en la innovación y la ciencia; y paradigmático en el sentido de la nueva normalidad. Sin un abordaje preciso, los diagnósticos certeros que marcan las tendencias del 2022 no tardarán en convertirse en modas pasajeras, meras declamaciones y, lo que es peor, grandes frustraciones.


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